¿Qué te hace admirar la grandeza de Dios? ¿El contemplar las enormes ramas de un roble gigante? ¿O la brisa de verano que agita un campo de flores silvestres en olas de color? Tal vez un hermoso amanecer en el invierno. Todas esas cosas nos recuerdan la grandeza de Dios. Pero dale la vuelta a tu perspectiva y enfócate en los detalles más pequeños de la creación. Toma en tu mano una pequeña bellota que algún día se convertirá en un roble gigante. Inclínate para oler una flor silvestre y fíjate en la delicada onda de uno solo de sus pétalos. Observa el fino diseño de las alas de una mariposa mientras se eleva sin esfuerzo en el cielo y luego se posa suavemente en tu dedo. Nuestro asombroso Dios no solo es el Creador de todas las cosas, sino que también se preocupa por Su creación, hasta en el…